Wetlands

Wetlands
Hasta el día de hoy me considero incapaz de decidir si me gusta más el cine o la literatura. Y es que entre la excitación que me producen las palabras y la profunda emoción que puede transmitir una imagen, hay un abismo que, al ser observado en la posición correcta, es sin duda una línea muy delgada. Claro ejemplo está en la película alemana Wetlands, titulada en México (muy fielmente) como Zonas Húmedas. Basada en el libro del mismo nombre, en alemán obvio, escrito por Charlotte Roche; Wetlands cuenta la historia de Helen una chica que no se rige por las normas de limpieza comúnmente establecidas, por el contrario, considera que la higiene está sobrevalorada. En un convincente discurso establece como el amor propio, la importancia de amar cada fluido de tu cuerpo y no avergonzarte de él por nada. Criada con la ironizada psicología de una madre en depresión, la adormecida presencia de un padre indiferente y la terrible sensación de ser ignorada, Helen crece creando memorias confusas y excéntricas. Su objeto de amor es ella misma, y el sexo es la única muestra real de amor entre dos personas. Pero regresando al discurso inicial: la lectura versus las imágenes, no es lo mismo leer: "...ella mete su dedo índice en la nariz, presionándolo contra la pared de la cavidad, embarra la mucosidad contra su dedo y sin dejar de presionar tira hacia abajo, el pulgar presiona rápidamente la secreción una vez que ha salido de la nariz y juega con la viscosidad con ambos dedos, enrollándola en sí misma, secándola, moldeándola. Al final siente que la textura ha cambiado y se detiene, con la palma hacia arriba observa cuidadosamente la figura verdosa que ha quedado adherida a su huella dactilar, la acerca a su cara y sin miedo alguno la introduce en su boca para notar ese sabor ácido y salado de un fluido nasal." Venga, que así hasta se antoja, no podrán negar que en más de una ocasión tuvieron que resistir la tentación de llevar su índice a la nariz e imitar cada paso descrito. Sí, es el efecto de la literatura, o lo que yo llamo "descripción activa". Bien, ahora, esa misma escena poética la vemos en un cuadro estéticamente hermoso, algo así:  

EXT. PLAYA. DÍA

Helen mete un dedo a su nariz, hace un gesto de fuerza para lograr que el dedo llegue más adentro, jala y extrae un moco. Lo hace bolita con los dedos, lo observa y después se lo come.

  Ahora de verdad imagínalo, procura que tu mente enfoque un close-up de la cara de quién más se te antoje en el sentido más romántico y sexual posible. Y esa persona adornada con la luz dorada del atardecer, mete su dedo a la nariz, saca un moco y se lo come. Casi escuché un ¡iuuuu!. Bueno, pues de manera incansable, David Wnendt nos muestra una y otra vez este tipo de escenas, con una iluminación, encuadre y dirección tal, que pese al constante asco, miradas desviadas y nulo consumo de agua, es totalmente atractivo. Claro, mi bote de palomitas empapados de salsa picante quedó prácticamente intacto. Zonas húmedas es una película grotesca, sucia, irreverente, llena de fluidos asquerosos que casi desbordan la pantalla, los sentidos se despiertan y puedes oler cada imagen proyectada, sin embargo es divertida, inteligente, emocional, estética y espectacularmente interpretada. No queda más que enamorarse de una Helen, que está en todos nosotros, en todo lo que a veces quisiéramos decir, hacer, soñar y comer. Guiños constantes de un director que por el contrario del estereotipo hollywoodense, no menosprecia la inteligencia del espectador sino que la halaga y cuenta con ella, rehusándose a utilizar recursos baratos y mal gastados para mostrar cuándo se trata de un sueño y cuándo de la realidad. Omitiendo datos innecesarios que no sólo sobrarían, sino que al tenerlos quitarían un poco de la diversión a su obra, porque qué más da cuántos años tiene un personaje para tener la libertad de comerse un moco. Si logras alejarte y ver la historia como un todo, y no como una crítica social o un análisis psicológico, freudiano o una burla religiosa, entenderás la comedia de la travesura de una adolescente que tiene la finalidad de reunir a sus padres. Ten por seguro, que te reirás, la disfrutarás y agradecerás que la realidad sea planteada con la objetividad de un médico revisando una hemorroide. Estómago fuerte y actitud presente. Luli Monsalvo Espinosa 29 de abril 2015 Wetlands 03Wetlands 01